domingo, 30 de enero de 2011

Descansar los ojos

Es lo único que necesito por ahora...
Y aprender a discernir, para saber decidir cuándo cerrarlos y cuándo no.


(Gracias al universo por todo.
Por su mezcla extraña adherida a mis poros).

Amén.-

miércoles, 26 de enero de 2011

No sabés que aún no sabés

¿Y sabés por qué nunca estaré conforme? Porque siempre estaré buscando al que me busque a mí. Y no sabré reconocerle, porque no sabré que me buscó, si él dio  la señal o fui yo. ¿Círculo vicioso? Tal vez. ¿Miedo a entregarme en serio? Quizás.

Quiero a mi destello, a la mía luz. Y no sé dónde está.
Quizá... Mejor no pensar más en eso.

Amén.-

martes, 25 de enero de 2011

Formas de amar a Dios

Todo comenzó cuando una chispita surgió de la nada.

Y era una chispita creadora, que no se sabe de dónde vino ni se sabe si ya se extinguió o si sigue fluyendo por ahí, incesantemente a través del universo o a través de nosotros; así tan inexplicable, pero puede que así tal cual haya tenido que ser, o resultó ser así nada más, no tiene porqué siempre ser o haber un complot de por medio. 

No sé si vamos al Apocalipsis o si esto es eterno y circular en espiral, pero puede que en algún momento el universo choque con una esquina no definida de tu cabeza y todo desaparezca de donde está ahora y se transforme y vaya a otro lugar que puede que sea el mismo pero de otra manera, en otra perspectiva. Yo no sé. Porque no me podés asegurar que no seas tú o yo, o ambos, o todos en conjunto (como humanidad) un solo ser, que seamos todos uno y no nos hayamos dado cuenta por nuestra limitada capacidad de entendimiento. La lógica no basta, ni los conocimientos científicamente afianzados tampoco, tal vez más la intuición, pero es más personal que universal.

Tal vez esa chispita con la explosión inicial se multifurcó y se convirtió en algo parecido al hálito de vida o alma, o como sea eso que no es físico ni intelectual. Porque es eso lo que en definitiva nos une como especie, o como humanos, o como hermanos, o como “enemigos naturales”, que es como todo lo mismo, y según cito a un ser querido.

Puede que todo se reduzca a pensar en que simplemente no tenemos la capacidad para comprenderlo y que no seamos tan en imagen y semejanza sino que precisamente lo somos, sin tener que disfrazarnos de otro, y que no todo es bondad ni maldad en nosotros, que podemos movernos fácilmente de un extremo al opuesto dependiendo de los incentivos que se nos presenten y sin que ello nos pueda restringir o condenar a ser de tal o cual manera, inexorablemente. Porque somos tan fraternales como beligerantes, dependiendo de nuestro humor o del clima. O qué sé yo, tal vez todos seamos chispitas tintineando cada uno por su cuenta, y que en conjunto, con todas nuestras calidades, cualidades y capacidades como con nuestros errores, egoísmos y crueldades, todo lo que nos compone y determina, seamos el todo; ese sol que alguna vez sentí acercarse (lo imaginé y me atrajo como un imán, como si fuéramos los únicos en esa habitación) y que lo representé como reconfortante y que me llenaba y me hacía necesitarlo y querer, digámoslo así, retenerlo. Pero se alejó en cuanto casi tocaba mi mano o mi energía, como si se hubiese atemorizado con el hecho de querer acercarme más. Y así como vino, se esfumó; aunque se acercó más tímidamente, como un animal a beber agua, y se alejó como en ocasiones nos alejamos de los sueños, de sopetón. Fue mágico y/o místico, o cósmico o mítico un poco, porque desde tiempos remotos se ha representado como la estrella ésa que nos da vida por la luz que nos proyecta y de la cual según estas palabras seríamos nosotros mismos. Seríamos Dios, seríamos nuestro sol, seríamos todo formando parte del universo y el universo formando parte de nosotros, sin poder precisar en qué sentido se da en primer término, si de allá hacia acá o a la inversa.

Eso de sentirme en paz y querer mantener ese estado, retenerlo, precisamente puede haberlo ahuyentado, porque percibió mi necesidad infinita, mi amor incondicional y que duró sólo lo que duró mi contemplación, mi entrega rotunda. Porque si creo en algo o alguien (nunca he sabido bien como definirlo, tal vez sea una mezcla, o sea sui géneris, o sea nada más. No todo tiene porqué definirse del todo), si CREO no tengo porqué tratar de retenerlo desesperadamente, buscarlo en otros para justificar la bondad o los valores que puedan guiarme u obnubilarme, dependiendo del caso, ni tratar de procurar el contacto más allá de lo necesario y suficiente. Porque si creo, lo dejo ir, para que vuelva sólo si debe hacerlo, si quiere o si por los azares llega a ocurrir, y lo acepto para el evento de. Y no sé si definirlo con una palabra cualquiera, o como esa fuerza que fluye quizá inconstante y sin rumbo predeterminado, por los siglos de los siglos, amén.

Y es que me conformo con poco, a veces. No ir más allá. Los benditos tiempos regresivos. Los laberintos que no quiero recorrer, porque me puedo perder. Y es que no me satisfacen esas cosquillitas molestas en el vientre, que vienen luego de las parecidas a maripositas traviesas, porque precisamente no son tan agradables como aquéllas. Las primeras que llegan y que mencioné en segundo lugar son las cosquillitas del enamoramiento y las segundas pero primeras en orden descendente en la lectura, son los celos. Ambos igual de intensos y de duraderos en el tiempo, aunque esta regla no siempre sea inquebrantable… ¿Puedo sentir celos de Dios, de tí (sic), de mí? ¿Qué sentido tendría? Pero es así o se da o presenta de esa manera y no me gustan, precisamente porque llegan en algún momento, tarde, temprano, da lo mismo... llegan. Y eso me hace no poder quererme más, ni quererte como quisiera, porque celo; no como animal, ya no, ahora como ser de tu misma especie y calidad, esencia. Y como no quiero apartarme más de tu luz, entonces tengo que hacer algo y no enamorarme, para así no celar, poder quererme y así quererte, y poder quererte para así también quererme.

No es como lanzar un mandato de representación a persona indeterminada, dirigido a quien quiera tomarlo como un acto de apoderamiento innominado, como dejado pululando hasta que aparezca interesado en ejecutarlo. Pero porque…
No sé si soy capaz de amar como quiero, aunque le pondré empeño.

No, ya no quiero control, porque lo perdí hace un buen rato (reconozco que nunca lo tuve como creí, y qué bueno, porque limita… pero se entiende: creí tenerlo). A veces te aburre, y te hastía; pero luego ya es tarde manifestarlo porque no aparece ese otro de los tantos miles de millones de destellos que se complementa contigo de una manera más intensa, porque de tan grande que es eso de donde provenimos, aunque compartimos naturaleza, esencia divina, siempre habrá un sector donde te sientes más a gusto, como en casa, sintiéndote pertenecer como en ningún otro lugar. Y necesitás de este destello digamos familiar para poder ser tú, completarte, ser una fuerza en la misma dirección pero en sentido complementario. Por eso somos tan distintos y tan iguales a veces, pero tenemos como máxime la diversidad, porque igualmente somos independientes entre nosotros, estamos en cierta forma solos, pero necesitamos del otro, siempre; desde que nacemos hasta que morimos, aunque tratemos de convencernos de lo contrario al tocar la soledad o pretender lograrlo. Aunque esta sea íntima y sólo se sienta. Encontrar el punto de unión (el destello más cómplice) es lo complejo, o mejor aún, el reconocerle. Tal vez esté ahí y no lo notaste, o lo confundes con quien no debes, porque en fin nunca te estarás equivocando del todo. Pero, ¿quién es el llamado a determinarlo? Al final de cuentas da lo mismo, nunca lo sabrás sino después de muchos años, o después de ver extinto ese brillo o de haber probado otros y reconocer en el anterior al que era más adecuado o seguir hasta el infinito y más allá en la incertidumbre. Bendito el que sepa reconocerle en su tiempo.

Por eso tal vez se dice que se ame a su prójimo como a sí mismo.
Por eso tal vez se dice que mirando al cielo se ve al pasado. Porque nos vemos en el pasado. Y porque tal vez uno se perdió de su destino y cada vez que vemos una estrella fugaz, puede que seamos nosotros mismos, y nos pidamos un deseo para que nosotros mismos lo cumplamos, lo ejecutemos o lo llevemos a cabo. Soberanía. Autodeterminación y libre decisión de tus propios actos. Y responsabilidad cubierta del querer hacer ajeno el cómo te va en la vida. Pero eres tú mismo el que lo hace.

Soy divina y eres divino, aunque matemos en el camino.

Dios existe, vive en ti y en mí.
Sólo que nunca tendremos una misma y única interpretación al respecto de cómo vive en tí y en mí, en qué medida, proporción o peso.

Amén… para tí, para mí, para la humanidad entera y para el universo conspirando a la vuelta de cada abismo personal; para bien, para mal, eso sólo Ud. lo sabrá. Y lo sabrá porque el origen y el fin de todo es siempre una decisión.

 Y decidimos todo el tiempo, a cada rato, incluso sin darnos cuenta o definir si lo decidiste tú o un ser superior que te guía o te prepara el camino que no puedes predecir (controlar), sino sólo ir determinando en base a lo que precisamente decidiste. Pero está en tí (sic), en mí en nosotros, nuevamente.

Amén, otra vez.-

lunes, 17 de enero de 2011

lalala lá

Hoy me quedé encerrada.
Sí, me estaba desesperando, porque no me contestaban el celular.
Y tenía que salir, mi ahogo.

Pero como fueron en mi rescate, ahora estoy feliz.
Ya no más llaves atoradas o me pongo a gritar como loca.
Si esas cosas sólo pueden pasarle a una Zoon cabezona, y con mañas

Queda poquito, muy poquito
Ánimo para mí :)

Amén .-

jueves, 13 de enero de 2011

Anís

Como ese sabor en el paladar, en la lengua y sobretodo en la nariz.
Así es, señores. Que un sabor no es tal sin su aroma.
Y aunque esté semi-resfriada y semi-desnuda casi todo el día por estar sola en ese quinto piso y sin tener que rendirle cuentas a nadie (me encanta eso), logro percibir un aroma que relaciono con el "esto es vivir".

Me hace mal eso de encerrarme (y no hacer algo realmente productivo) y no ver a la gente, porque me pongo a pensar cosas no del todo agradables y a tratar de arreglarlas. Pero como me quita tiempo ahora sólo las dejaré pasar y me concentraré en aromas que estám en mi mente, y que son un placer.

Quiero largarme de aquí un par de días, pero todo será después del día D.
Necesito del contacto de personas que están lejos físicamente.
Les quiero, les quiero.

Amén con distancia, con viaje.-

miércoles, 5 de enero de 2011

Manzanas

Ése día esta cosa no me dejó publicar más que el título.
Y se enfermó mi pc, le entró un virus, creo.

Y los días pasan y pasan
Y el calor y vertiginosidad, y quiero estudiar Procesal como Dios manda
y no así a saltos, somnolienta y con ganas de irme lejos y playa.

Al menos hoy está algo nublado y me da más ánimo estudiare. Y procesarle.
Las manzanas del otro día se transformaron en frutillas con crema.
Y son la actual repetición en mi cabeza que no quiere más obsesiones que ésta.
Ya aburren las antiguas y no surgen nuevas, salvo dormir y descansar de tanto dormir.

Suena mal todo esto, pero no es así.
Estoy muy bien, salvo Procesal. Que me recuerda mi no-verano y mi no-watita al sol.
Eso de aburrirse. Pero hoy le digo ven a mí, y no te dejaré escapar. Porque me gustas, aunque no al extremo de querer otro año estar a tu lado, entre Juicios Especiales y Casación.

Frutillasconcremaparamí.
Manzanas se oxidaron y ya no me parecen atractivas, no me seducen hoy.
Hoy seduciré a Procesal y él a mí, dormiré soñándolo y su luz me dará energías.
No me abandones ahora que te estoy queriendo tanto.

Amén con crema.-

sábado, 1 de enero de 2011

Año nuevo, vida nueva

Yo no soy público, soy Camila, nada más.
Soy tiesa y desafinada... y fea. (Me dicen por aquí)
Pero igual me quiero.... Mucho. (Pero igual me quiere, Mucho, lo sé)
Y me gustan los abrazos de los viejos buenos amigos.
Y compartir un vaso con algún extraño y desconocido líquido, con esos buenos viejos, remotos, amigos. Soy genial, dice de sí, y que sacará el techo porque no cabe aquí. Y uso vestido y me saca fotos, y yo las destruyo (su obra, y me dice malagradecida). Pero yo sé que igual me extraña y que le gusta pasar tiempo conmigo, sobretodo los años nuevos. Es una especie de cábala, para empezar bien el año. Aunque sea sólo empezarlo.




 Gracias por tu compañía. Te quiero.

Amén.-