miércoles, 24 de agosto de 2011

Zarpazo infame


Y llegada la hora de horas, enmudezco de pavor. No sé vivir. Llega esa hora en que se estrecha nuestra naturaleza contra nuestra carne, y te la rasga, te la agrieta, te la hace gemir. Y maldigo la maldita hora, la maldita señal del instinto. La cobarde, pérfida e inmunda forma de sentir. Estarse revolcando mucho tiempo sin lograr sentir algo, y cuando menos te lo esperas, cuando no lo necesitas, la vida te da una maldita bofetada en el centro de la cara, te arrodilla y te humilla. Te hace ver que no puedes contra ella.

Y sientes. Adentro algo se enciende. Y juras por Dios y por el Demonio que no querías, pero que algo te susurraba que vendría sin que pudieras hacer nada. Como sintiendo funestos presagios dentro de tu cabeza un par de horas antes. Querer evitarlo, pero no poder contra sí mismo.

No sabés lo difícil que me es sentir a veces, pero sólo el querer intentar dejar de hacerlo parece absurdo y hasta maligno, cruel. Sólo el tiempo puede, sólo el tiempo puede ser ancla. Ancla que me ancla a esta vida y no a otra. Que me hace tambalear sobre mares inconclusos. Pero que me mantiene a firme en el fondo.-

martes, 23 de agosto de 2011

Casi inconclusa


Hoy rompí el cascarón. Abandoné la crisálida.
Había estado tan pasiva, apagada, atada a las sábanas.
Hasta me empecé a enfermar, supongo que como consecuencia del aburrimiento, el tedio, la inercia, de la inamovilidad.

Mis nexos con el mundo externo se reducía a un par, por decirlo de alguna manera. Pero ese nuevo aletargamiento, esa casi completa ausencia de color, tocarlo con las manos, saborearlo en el paladar, hundiendo mis costillas y abultando el vientre. Más tejido adiposo, más pilosidad. Más uñas que cortar. Ese evitarlo todo y entregarse irremediablemente al dormir, ese paralelo o pausa que ya estaba transformando en mi principal actividad diaria. Extrañar a un par de personas, pero sin poder afirmar que las necesito.

Pero, hoy apareció la primera luz… salgo del cascarón.
Y es distinto, y es con colores. Y quiero ser inmensamente yo. Externamente yo. Infinitamente yo. Universalmente yo. Rotundamente yo… Yo, sin más.

Sentía que algo recorría mis venas muy lentamente, como veneno, como suero, tal vez como antídoto, tal vez como alucinógeno o tal vez como adormecedor o incluso tal vez como alcohol estancado en mi cuerpo.

Y era como en cámara lenta, podía percibir su influjo, como iba actuando en mí, pero no podía alejarme… sentirse como una adicta, que quiere escapar y no puede. Que trata, pero vuelve a recaer, pero incluso más intensamente o más dramáticamente, porque ni siquiera intentaba salir. Lo constataba solamente, me decía a mí misma que estaba mal, pero ningún vestigio real o verdadero había en mí que me impulsara a otra cosa. No sé vivir sin presiones, eso asusta.

Pero me incorporé y me miré al espejo.
Ése fue suficiente impulso esta vez.

lunes, 22 de agosto de 2011

Moraleja. (Sacrificio Necesario).

Era ése monstruo salvaje que se comía los ojos de la gente.
Un monstruo abominable y sin remordimientos, porque era humano.
Oh, sí… Los humanos son los monstruos más abominables y feroces, sin piedad e insaciables.

Era un monstruo ciego, pero poseía un olfato como los dioses, o como los demonios podría decirse también, elija usted. Tan poderosamente tenía desarrollado el olfato, que podía ver a través de lo que recibía su nariz. Las esferas de colores sólo emulaban ojos, pero tan perfectamente que nadie notaba su defecto, su falta de visión. De hecho, varias veces hacía de chofer, conocía las calles como si él mismo las hubiese diseñado y construido con sus propias manos. También tenía una capacidad para olfatear los pensamientos predominantes en una persona, si la tenía lo suficientemente cerca. Gustaba de ojos femeninos, ojos jóvenes de preferencia, daba lo mismo su color (podía descubrir este detalle fácilmente), pero la edad sí que era determinante. Aunque no sería difícil descifrar cuáles eran sus obsesiones, además de los ojos, claro está. (Sudor y muslos femeninos, el zumo de las entrepiernas cuando están preparadas para la cópula, para no venirnos con rodeos anticipados).

Como decía, este monstruo podía llegar a ver a través de lo que olfateaba. Y el resto era todo mandíbulas. De hecho, a mí me arrancó un trozo del músculo externo del brazo y otro tanto del gemelo, ambos del lado derecho, y desde aquella vez (la semana pasada) soy manca. Por fortuna, soy ambidextra o ambidiestra, que es lo mismo. Y era un monstruo mucho más abominable aún porque era irresistiblemente atractivo (no sólo físicamente), sensual (por decirlo de alguna manera), relativamente joven (todavía fresco, puesto que su edad nadie nunca la supo) y aromático (extremadamente envuelto en su aroma perfecto, agradable a todo paladar olfativo). Así, sus víctimas caían voluntariamente e incluso se les ofrecían, tal vez en lo más profundo intuyendo su porvenir luego del episodio que estaban dispuestas a protagonizar. Ese maldito monstruo les daba el mejor sexo oral de sus vidas, y cuando no podían gemir más de placer, les lamía los párpados y las cegaba tan rápidamente que sólo lo notaban luego de que el fuerte efecto de la excitación, del éxtasis, de la divina dicha, de la pequeña muerte se comenzaba a desvanecer de sus cuerpos satisfechos. Algunas de las cuales sólo podían reaccionar al día siguiente, y al darse cuenta de las cuencas vacías, lloraban, pero lloraban de alegría porque les embargaba el alma una paz eterna, que se decían así mismas “ya puedo morir en armonía con el universo entero”. Muchas se suicidaban al par de días obsesionadas por el germen de seducción que les implantaba este monstruo, que no las dejaban seguir con sus vidas normales, ni un pelo se dejaban tocar por sus propias parejas, para no dejar de saborear en sus mentes la embriaguez de haber sido víctimas del monstruo terrible del que les hablo.

Era el monstruo más encantador y fascinante que pisara la tierra, Monstruo de Monstruos. Su aroma enloquecedor y relajante como la más dulce de las morfinas, era miel pura para ellas, en su más íntegra perfección. Me propuse matarle. Tuve gran fortuna al salir sólo manca del acercamiento aquélla vez. Anoche no tuve la misma suerte, pero valió la pena. Fui la última en saciar su sed de ojos frescos, y de paso le arranqué los propios (ya sabemos que falsos, sólo adornos, como pude comprobar en ese instante) para guardarlos a modo de trofeo (de recuerdo más bien).

Pero lo que más disfruté de anoche… aunque ya se lo deben imaginar: fue pasar mis dedos aún vivos por el hueco que dejé al arrancarlos. Sí, también le amé con lujuria y pasión - y sin control - antes de librar al mundo de tan peligroso ser. Por ello fue que no pudo oler más que mis pensamientos más intensos, y no descubrió mis intenciones de matarle… porque tanto como lo quise ver lejos de este mundo, le deseé descomunalmente desde la primera vez que nos cruzamos, desde eso ha de ser unos tres años. Me gusta pensar en que lo redimí. Y no puedo negar mi más loca complacencia por haber sido la última en sentirlo, tan monstruoso como alucinante, entero entrando por mis poros, por mis fosas nasales, por mi lengua, por mi ombligo y mis sienes encabritadas a decir basta. Hasta agradezco su existencia. Aunque estoy segura que no soy la única, todas y cada una de las sobrevivientes a su ataque letal no lo olvidará. Yo, definitivamente, no lo haré.

Llevo sus ojos de llavero, sus ojos canicas, de vidrio esmaltado; sus ojos con los cuales (ya a estas prematuras alturas) me es imposible no ver lo tenebroso que es no poder llorar su partida, porque de su lamida final, me arrancó hasta la raíz de los lacrimales. Era el riesgo que estaba dispuesta a correr.- (Fin de la transmisión)

Moraleja:  No se necesitan sólo animales no humanos para dar a conocer     una buena moraleja a quien quiera leerla, y a quien eventualmente pudiere interesarle. “Las mujeres están dispuestas incluso a perder los ojos sólo por un buen sexo a cambio”.

domingo, 21 de agosto de 2011

Ésas costumbres

Tengo la errada y triste costumbre de ir viviendo esta vida como la vivo.
Errada, puesto que no hago más que aquello que quiero cuando quiero.
Y esto no puede ser más triste, puesto que desde que vivo, nada quiero.

Me urge un ideal, aunque sea abstracto. No sé, tal vez una maldita motivación absoluta. Y que no sea mezquina, ahí está la gracia, debe ser inegoísta, aunque esta palabra no exista. O puede que las motivaciones no puedan ser inegoístas, o no dejar de ser egoístas, que es lo mismo. Tal vez por lo mismo puede que no exista esa palabra, sí, por eso debe ser. Sólo se puede ser egoístas en las motivaciones. Porque las experiencias son totalmente personales.

Da igual, sin motivaciones reales no vale la pena.
Cualquiera puede vivir, en su sentido fisiológico, cualquiera puede respirar.
Lo interesante son aquellas cosas que te quitan momentáneamente la respiración. A eso llamo motivación.

(Aunque es una motivación vista a la inversa, desde cuándo se logra, como si la descubrieras y luego la vuelves tu motivación. Esto nos lleva inevitablemente al experimentar, porque nadie te puede enseñar a sentir, nadie, salvo tú mismo al enfrentarte al mundo y recibir estímulos).

Pero como dije, me basta una motivación abstracta.

sábado, 20 de agosto de 2011

Sueño CLV

¿Has soñado alguna vez con un eclipse de sol sin verlo, pero que sabés que es un eclipse de sol?

Estaba en mi escuela, porque supongo que lo era… mesitas de escuela (para dos) y sillas de escuela (de las sin mesita incluida, como de comedor, pero de escuela, de color blanco). Y se iban mis compañeros (sin rostro en mi sueño), indeterminados, e iban dejando la sala cada vez más vacía, pero yo me sentía constreñida a quedarme, porque a mi lado estaba sentado, probablemente después de la clase, yo qué sé, un profesor de la U que es algo calvo. Pero yo no salía, tal vez por el temor reverencial, tal vez por mero respeto, o tan solo por mi extraña simpatía a los hombres mayores.

Y yo sabía que afuera por ahí cerca me esperaba mi mejor amigo de infancia, me esperaba con su cara de niño que tanto amaba. Pero no sé si era él o sólo era alguien más disfrazado de él. Porque lo otro que amaba de él no se presentía, ni siquiera podía adivinarse tras su incesante espera. No, no era él, era una cáscara solamente, porque temí su ira, su impaciencia, su desesperanza, darle explicaciones por mi retraso, mi ausencia. Y sé que no era él por esto mismo, porque él no es así, nunca lo fue, le recuerdo inmutable en mi cabeza, ingenuo, digno de las mejores calificaciones morales posibles, bueno de adentro, sencillo, sensible… compañero de pasados, mi amor inconfesado. O confesado, pero siempre puro y sin manchas.

Hasta que ese profesor me sacó de quicio, sentí que se acercó mucho, me sentí incómoda y me largué de ahí.

Y me fui por otro lugar, porque no me vio mi amado amigo de infancia.
Me sentí muy mal por ello, pero si me quedaba a darle explicaciones no llegaría a mi cita con mi actual novio. Así es que corrí (supongo) o simplemente aparecí, llegando tarde para variar a mi reunión con mi pinchudo más lindo del mundo. Pero, acto seguido a llegar y antes de que pudiésemos ir a cualquier otra parte, sobrevino el eclipse de sol. Aunque no lo vi directamente. Creo que eran las cinco de la tarde…

¡Oh, qué bueno que nos encontramos antes del inesperado eclipse!- me dije. Y era un eclipse total, el que no esperábamos, completamente impredecible y se quedó allí instalado hasta que desperté.

Había un caos con la oscuridad, en la oscuridad, todos teníamos que correr, huir del resto, porque querían hacernos daño, tal vez asaltarnos aprovechándose de la oscuridad. Entonces comenzamos a correr, pero en el suelo había una especie de barro negro en el cual nos resbalábamos sin caer, mediante el cual podíamos avanzar más rápido por efecto del patinaje. Estábamos en el centro de Concepción, fuera de la plaza. Intentamos correr y dirigirnos a casa de mi tía, pero no lográbamos dar en el lugar, o sea, era como que después no queríamos que nos siguieran allí (porque nos perseguían), y mi novio me tomaba de la mano para que avanzáramos más rápido y yo me elevaba como si fuera un globo, y cuando nos cruzamos con cables del tendido eléctrico, me soltaba y después le volvía a dar la mano… y así dimos una vuelta a la manzana entera y tratábamos de arrancar todo el tiempo, de correr, y yo de volar más rápido guiado por él, porque sino me iba hacia arriba y más arriba… no intenté quedarme con los pies en el suelo porque me gustaba sentirme flotar, estar suspendida en el aire, a pesar de la sensación de miedo tanto por el acontecimiento inusual como de las consecuencias de quedarnos a merced de quien pudiera hacernos daño. Y en el sueño no me preguntaba el porqué de elevarme de esa manera, aunque era como algo tácito, porque si había un eclipse de sol que llegó tan de improviso, tal vez no era más raro el elevarme del suelo y ser una niña globo.

Tuve durante todo el sueño la sensación de falta, por llegar tarde a mi cita y por no llegar o no presentarme en la primera mitad del sueño ante mi amigo. Y la sensación de que tanta oscuridad (eclipse de sol y barro negro como alquitrán sin olor) no era bueno.

No recuerdo nada más.

viernes, 19 de agosto de 2011

Sueño LXXXVII

Tuve un sueño.
Soñé algo. Algo.

Caminaba por entre personas sin rostro, y eran personas desnudas, pero que no lo notaban, y que no era propiamente una desnudez sin ropa y estridente, sino que en mi sueño era tan natural caminar así, sin vernos, que sólo se transformaba la desnudez en una mancha algo borrosa, ignorada. Algo secundario, incluso ignoto.

Y eran personas, seres alargados que seguían cada cual su camino. Y todos sin mirarnos. Y yo era otra mancha en la multitud. Una mancha manchada con vapores transparentes, algo brillantes a modo de sudor. Y no me daba cuenta de  mis manchas sobre mi desnudez ignorada. Y me sentía cada vez más sola en esa multitud cambiante y tan sin rostro. Y la angustia se apoderó de mí…

Por fortuna, desperté antes de llegar a la causa rotunda de ésa mi angustia. Si no hubiese sido así, tal vez  no pudiese volver a cerrar los ojos nunca más.

jueves, 18 de agosto de 2011

Correr para sentirse

Igual ser un animal asustadizo tiene ésa sensación agitadora que te revuelve el pecho y todo tu yo interno. Como cuando corres para salvarte de un mal inminente, así como huyendo de un animal feroz que quiere devorarte, o sólo despedazarte.

¡Corre, animal, corre!
Y corre no sólo para salvarte, sino que también para sentirte vivo
(y para vivir, dicho sea de paso).

Correr para sentirse más fresco, más articulado, más en este mundo.
Sal a correr bajo la lluvia, contra la corriente, contra todo. Y después ven a decirme qué tal. Para hacer una estadística y llegar a la conclusión de que es mejor eso que estar siempre encerrado, frente a una pantalla y con un mundo entero metido en el armario.

Es mejor sentir… ¿no crees?

miércoles, 17 de agosto de 2011

Pedacitos

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Escribiendo se encuentra sentido a las cosas, cuando no se la encontrás así naturalmente. Como que le tomás el peso a lo que pensás. Porque luego te leés, borrás y sólo dejás lo que te sirve. Más adelante, cuando te liberes de ello, lo tomás y lo echás a la estufa. Así lo podés dejar ir, porque ya pasó, o porque no te sirve. Así y ya.-

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La empatía no existe, no es más que una bendita autocompasión disfrazada. Vos podés, solito podés, no necesitás ni soberbia ni desdén. Sólo necesitás ser poquito menos egoísta, poquito menos inconsecuente, poquito menos superhéroe sólo por deber. Vos podés compartirte con el resto, lo sabés bien, y complementarte, así bien; pero hacélo por vos, porque te querés y querés, y no sólo porque el mundo empático lo pide. La verdadera empatía debe pasar desapercibida y sólo juzgarse por actos descomprometidos, eficaces, pero sin voz.-

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Te mirás mientras cabalgas ensoberbiado por todos lados, ya que el amargo apaciguamiento de tu ser no se deja convencer con paseitos infames. Te hiere en tus adentros la bendita batalla originaria, y lo sabés… lo sabés: nadie más lo puede entender. No se elige desde dónde, sino hacia qué.-

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Que tenga arrugas sobre mis cicatrices, más que significar que retenga o no sobre mi piel años anteriores, quiere significar precisamente que están ahí para señalarme que no debo olvidarlas a la vez de recalcarme que forman parte de mí, y que no pueden borrarse, pero que sobre ellas pueden escribirse más cosas aún. Pueden nacer nuevas marcas. Marcas necesarias.

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“El conocimiento es poder”, leí.
Por ende, el conocimiento nos vuelve ambiciosos, y nos deja la inevitable estela de sentirnos cada vez más ignorantes… la estela de que, a medida que avanzamos, más nos falta. Induce nuestros actos y a veces nos reprime. Por eso, nada es tan absoluto como para poder decir: lo conozco.

Hay más misterios que verdades que conocer.-

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martes, 16 de agosto de 2011

Schism

Seis minutos y fracción, casi siete.
No sé para qué hago estas cosas. Inventar juegos que después no respeto.

Esperar y esperar, eterna constante. Desesperar también.
Ir y venir otra vez, no saber dónde permanecer.
O si debo permanecer.

Y todo cae por su peso.
Gravitante gravitación.

Quiero dibujar.
Así, con ganas. Pero no salen trazos de ésta mi mano.

Creo que no soy capaz de amar, del amor en que creo. Mierda
Siempre estoy pensando en ser digna de amor, y no sólo en amar sin preguntas, sin esperar a que me amen a su vez.

¿Será que así debe ser para mí?
¿Será que soy poco conformista? ¿O muy egoísta?
(Tal vez malagradecida)

¿Será que no soy digna de amor en verdad?
(Vamos, todos somos dignos, ¿no?)
Es como si me gustara no serlo, es extraño.
Porque siempre voy rehuyendo
Voy escapando de que me quieran…
Me asusta que me quieran

Quiero querer. Es distinto.
Ay, los mundos paralelos.

* Dos meses más tarde: Me la juego y ya. A apostar se ha dicho.

Amén.-

lunes, 15 de agosto de 2011

Diálogo de tiempos regresivos

-          Me enseñaste a que nunca es tarde
-          Debimos prever…
-          No sigas con eso
-          ¿Qué hicimos mal?
-          Confié en vos
-          Quiero seguir avanzando
-          ¿Juntos?
-          Me enseñaste a no darlo todo
-          Te lo di todo
-          No quiero esperar más
-          ¿Es una despedida?
-          No, es retomar caminos
-          No me vengas con disfraces
-          Te quiero. Por lo mismo…
-          Me quieres lejos
-          Necesito respirar lejos. Me ahogo
-          Estás respirando. Siempre supe que te aburrirías
-          No me aburrí, sólo quiero que entiendas…
-          Creí que te sería suficiente
-          Te quiero, no te pongas así
-          No quiero retenerte
-          No lo hagas entonces, no puedes
-          Mírame, ¿realmente crees que es lo mejor?
-          Nunca te mentí
-          ¿Hay algo que pueda hacer?
-          Sé feliz

domingo, 14 de agosto de 2011

El ilusionado

Para él no existe el pasado ni el futuro, todo siempre ha sido un constante presente, un eterno presente. Pero no sabe (o ha querido olvidar) que el presente básicamente no existe.

Cada vez que se nombra, deja de existir, al igual que el silencio.
El presente es simplemente una invención creada para hacernos olvidar que el tiempo transcurre, está en movimiento y verdaderamente no se puede detener, ni menos retener. Una invención con sus pros y sus contras. Un placebo a veces, una esperanza; un acelerador en otras, un botón de pánico, un mensaje desesperanzador.
Vive cada momento como si fuera el último, pero sin olvidar que no lo es de esa manera… todo en su justa medida, no esperes vivir más tarde. Postergarse es terrible si no sabes que todo se puede acabar antes.

“Que cada cena sea como tu última cena”.
Amén.-

sábado, 13 de agosto de 2011

No es majadería

Te susurraba todos los días al oído que te quería… pero no escuchabas.
Todos los días, pero tú sin atender a mis palabras.

Hasta que llegó el día en que te fuiste, sin decirme nada…
Te fuiste, pero me sentí satisfecho, en parte, porque te lo intenté hacer saber todas esas muchas veces.

Pero sólo es en parte, porque cuando uno le dice algo a otro, necesita saber que le llegó el mensaje, o al menos que era posible que le llegara. Que oyó el mensaje, o que fuere posible que lo oyera.

Porque si te cortan el teléfono antes de que puedas decir lo que tienes que decir, de nada sirve decírselo después al auricular sin destinatario alguno al otro lado. Es frustrante, y todo porque no pudiste comunicarte. Ése es uno de los peores males del mundo: la incomunicación.

Sobre todo si no viene desde ti.
Pero, entiendo, así funcionan las cosas.
Cosa distinta es si lo acepto en mí.

La incertidumbre lo envuelve todo si no es posible comunicarse, y aún comunicándose muchas veces así lo es también.

No me cansaré de decírtelo todos los días, mirando al cielo: te quiero.
Estés dónde estés.

viernes, 12 de agosto de 2011

Cuasi Kafkiana

Alienación: estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad.

Y me pasa, vieras y cómo me pasa. Viene, es cíclico, se apodera de mí. Es inevitable. Quisiera definir ciertos trazos de conducta, pero se me escapan. Hay cosas que no se pueden controlar del todo.

Sólo que… yo no quiero controlar (o querer controlar) esta vez.
Soy como va saliendo, ya no me resistiré a ello.

jueves, 11 de agosto de 2011

Un antes algo lejano

Sentir arena en los ojos y ese agobiante querer escapar, huir sin dejar pistas ni rastros. Desaparecer del mundo conocido. Salir de todo. Escupir la ternura que me queda y reemplazarla por el ser hiriente con ganas. No me resulta fingir, no me gusta. Requiere de mucho trabajo. Por eso tampoco me gusta mentir, porque después se me olvida en qué consiste la mentira (su contenido) y termino confesando todo expresa o tácitamente. Me fastidia.

Necesito escapar, desaparecer por un rato. Y que me olviden más, y a veces también menos, de lo que efectivamente lo hacen. Soy cambiante por opción y quiero ser fuerte de verdad, y no sólo en apariencia como lo he sido. Ya no depende de mí, esa decisión la adopté hace ya un tiempo. Mi problema siempre ha sido albergar en mí esperanzas, dulces e infundadas. Pero si no creyera en eso siquiera… ¿En qué? Quisiera poder desligarme de esto, llorar por fin, liberarme… pero no corren, no salen las lágrimas, he creado sin querer cierta inmunda inmunidad, que me vuelve algo insensible o desentendida, descomprometida con mi entorno. Mi campo de fuerza, mi autodefensa, mi no afectarme el resto, mi no vivir realmente aquí, con los pies puestos en la tierra, sino más allá, donde se juega y se disfruta del más acá…

Al carajo con todo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Tentaciones tentaculadas

¿Quién no ha tenido una fogata a la cual arrimarse de cuando en vez?
Esa que te acoge en tiempos de cólera, la que te cobija cuando te sientes oprimido, la que te busca en sueños inconfesables y te acurruca cuando estás dormido…

¿Por qué me haces sentir tantos deseos de ti?
Sí, es una queja. No te imaginas realmente y en toda su dimensión lo que y cuánto provocas en mí. Y me tienes dentro de tu reja. Y me retienes ahí, sólo porque me dejas salir. Yo no quiero ataduras, más mejores son las aventuras, pero este sentir me arrima a ti, y no te lo puedo volver a decir, o se esfumará de aquí

Porque cada vez que lo digo, por fin de ti me libero, porque siempre es arrancar y esconderse, es explotar y no querer volver allí, salvo que tengas la fórmula mágica, que para variar no sea física..

Tal vez si ya no te quisiera abrazar con mis tentáculos, tal vez si ya no quisiera morderte desde araña, tal vez si tuvieras más ojos para mirarme callada, tal vez si naufragara mi desesperanza y jugaras a que me amas

Me tienta ése tentáculo, ese que sale desde mi ombligo, pero no quiero que me venda más que un buen momento contigo. Nada de mañanas por ahora, por favor. Mañana veamos los mañanas, hoy ya no quiero cantarte canciones mentirosas, ni quiero restregarte mis años en tu cara
Aún soy/estoy fresca, lozana… rosada

Si quieres patear mi orgullo, entonces no vuelvo mañana
Las tentaciones vienen y van, pero no las voy a escuchar.
Sólo quiero danzar, sentir el ritmo, y que mi corazón vuelva a saltar, que grite con su palpitar y no se duerma ya nunca jamás.
(Se me olvidó como sigue este cantar…)

Lalalala –lá
Amén.-

24/03/2011

martes, 9 de agosto de 2011

Alguna vez...

Todo comenzó cuando me creí especial para él, distinta al resto… ése fue mi error. Gran y grave error. Seré más cuidadosa. Oh, sí que lo seré. Aunque estoy consciente de que soy de esos animales que tropiezan con la misma piedra, procuraré no volver a caer en tamaño error. Así, se hace más realizable una vida sin desilusiones; con los inevitables dolores, pero sin los optativos sufrimientos. Es bueno bastarse a sí mismo un buen rato. Gustarse sin límites y sabiéndose que ese estado no será permanente sino necesario, para eventualmente jugársela y apostar por algo que sea adecuado y suficiente.
Adecuado y suficiente.

Amén.-

lunes, 8 de agosto de 2011

Aclaración

No todo lo escrito en este espacio, evidentemente, es autobiográfico.
Qué fome sería eso, ¿no?

Sin más que añadir,
Tal vez nos veamos pronto.

El editor.