sábado, 20 de agosto de 2011

Sueño CLV

¿Has soñado alguna vez con un eclipse de sol sin verlo, pero que sabés que es un eclipse de sol?

Estaba en mi escuela, porque supongo que lo era… mesitas de escuela (para dos) y sillas de escuela (de las sin mesita incluida, como de comedor, pero de escuela, de color blanco). Y se iban mis compañeros (sin rostro en mi sueño), indeterminados, e iban dejando la sala cada vez más vacía, pero yo me sentía constreñida a quedarme, porque a mi lado estaba sentado, probablemente después de la clase, yo qué sé, un profesor de la U que es algo calvo. Pero yo no salía, tal vez por el temor reverencial, tal vez por mero respeto, o tan solo por mi extraña simpatía a los hombres mayores.

Y yo sabía que afuera por ahí cerca me esperaba mi mejor amigo de infancia, me esperaba con su cara de niño que tanto amaba. Pero no sé si era él o sólo era alguien más disfrazado de él. Porque lo otro que amaba de él no se presentía, ni siquiera podía adivinarse tras su incesante espera. No, no era él, era una cáscara solamente, porque temí su ira, su impaciencia, su desesperanza, darle explicaciones por mi retraso, mi ausencia. Y sé que no era él por esto mismo, porque él no es así, nunca lo fue, le recuerdo inmutable en mi cabeza, ingenuo, digno de las mejores calificaciones morales posibles, bueno de adentro, sencillo, sensible… compañero de pasados, mi amor inconfesado. O confesado, pero siempre puro y sin manchas.

Hasta que ese profesor me sacó de quicio, sentí que se acercó mucho, me sentí incómoda y me largué de ahí.

Y me fui por otro lugar, porque no me vio mi amado amigo de infancia.
Me sentí muy mal por ello, pero si me quedaba a darle explicaciones no llegaría a mi cita con mi actual novio. Así es que corrí (supongo) o simplemente aparecí, llegando tarde para variar a mi reunión con mi pinchudo más lindo del mundo. Pero, acto seguido a llegar y antes de que pudiésemos ir a cualquier otra parte, sobrevino el eclipse de sol. Aunque no lo vi directamente. Creo que eran las cinco de la tarde…

¡Oh, qué bueno que nos encontramos antes del inesperado eclipse!- me dije. Y era un eclipse total, el que no esperábamos, completamente impredecible y se quedó allí instalado hasta que desperté.

Había un caos con la oscuridad, en la oscuridad, todos teníamos que correr, huir del resto, porque querían hacernos daño, tal vez asaltarnos aprovechándose de la oscuridad. Entonces comenzamos a correr, pero en el suelo había una especie de barro negro en el cual nos resbalábamos sin caer, mediante el cual podíamos avanzar más rápido por efecto del patinaje. Estábamos en el centro de Concepción, fuera de la plaza. Intentamos correr y dirigirnos a casa de mi tía, pero no lográbamos dar en el lugar, o sea, era como que después no queríamos que nos siguieran allí (porque nos perseguían), y mi novio me tomaba de la mano para que avanzáramos más rápido y yo me elevaba como si fuera un globo, y cuando nos cruzamos con cables del tendido eléctrico, me soltaba y después le volvía a dar la mano… y así dimos una vuelta a la manzana entera y tratábamos de arrancar todo el tiempo, de correr, y yo de volar más rápido guiado por él, porque sino me iba hacia arriba y más arriba… no intenté quedarme con los pies en el suelo porque me gustaba sentirme flotar, estar suspendida en el aire, a pesar de la sensación de miedo tanto por el acontecimiento inusual como de las consecuencias de quedarnos a merced de quien pudiera hacernos daño. Y en el sueño no me preguntaba el porqué de elevarme de esa manera, aunque era como algo tácito, porque si había un eclipse de sol que llegó tan de improviso, tal vez no era más raro el elevarme del suelo y ser una niña globo.

Tuve durante todo el sueño la sensación de falta, por llegar tarde a mi cita y por no llegar o no presentarme en la primera mitad del sueño ante mi amigo. Y la sensación de que tanta oscuridad (eclipse de sol y barro negro como alquitrán sin olor) no era bueno.

No recuerdo nada más.

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