Hace mucho tiempo que no escribo, estoy como para adentro... y es desde que no creo en el resto.
Me cuesta confiar en alguien cuando me han hecho mal, creo que esa es la raíz de todo, lo cual he venido deduciendo hace un tiempo, pero que no he querido darle nombre aún, por terca y resuelta a dar otra oportunidad.
Me cuesta hacer como que nada pasó, porque perdonar no es olvidar, ¿cierto?
En el fondo lo que no perdono es a mí misma, no perdono el hecho de no hacerme valorar cuando debía. Me quedé sólo porque creía en las oportunidades, en que existen personas que pueden ayudar si dejan de lado el orgullo y el dolor. Pero aquí no era orgullo lo que estaba en juego, sino una parte de mi integridad, lo que no pude ver por mi eterna falta de autoestima. Por creer que era algo bueno, una aventura que podría perdurar si le poníamos chispa, juego, complicidad.
Me cuesta olvidar lo doloroso, me dejaste un hoyo en el alma, por lo que sé no estas orgulloso.
Me cuesta... al fin y al cabo soy una humana más, ¿no?
Mi naturaleza me arrastra a pesar de querer ir en sentido contrario, de querer ser la persona que te llene, que te haga feliz, que te haga creer en que puedes ser mejor. Que esto vale mucho más que una simple discusión.
El punto es... ¿por qué seguir intentándolo?
¿Vale la pena? ¿Es necesario para mí, para no desmoronarme en pedacitos?
Las personas pueden llegar a herir sin quererlo, o queriéndolo, pero sin pensar en las consecuencias que de ello se deriva. Y estoy cansada, muy casada. Antes por lo menos existía en ti la voluntad para intentar ayudar en esto, en avanzar juntos hacia algo mejor... Juntos, una palabra muy hermosa, pero poco real hoy para mí, para nosotros. Porque te vas borrando hoy de mí.
El tiempo me ha enseñado que tengo que ser menos impaciente, pero en esto, sólo pido que intenten ponerse en mi lugar, y no tan solo señalar con el dedo tal o cual problema, sino ayudar en que ello sea más sobrellevable, y acaso superarlo con el amor que se supone profesas. De eso se trata estar juntos, de superarlo juntos, ¿o me equivoco?
Claro, estar juntos para algunos es para cuando sólo a ellos le ha servido de algún provecho... no en sentido inverso. Estar juntos se vuelve molesto si implica un esfuerza, ¿no?
Nadie pide que dejen su vida para después, que posterguen lo importante por darse un momento para poner de su parte... "Lo importante"..., bueno, seguramente esto no lo es y sólo estoy intentando ver algo donde no lo hay, creyendo que el amor, el sacrificio, la entrega, el apostar por algo debe ser recíproco en un momento dado. Pero no, he sido ilusa, hay que dar sin interés en que el otro también lo haga. El otro no lo hará. Y ese es un gran problema cuando necesitas que estén ahí, porque en realidad no le puedes pedir algo que no quieren dar, porque de seguro si hay amor lo pueden dar. Las personas no se sacrifican por algo que no le reporta un beneficio... debería seguir ese ejemplo, así todo sería más sencillo. Pero la diferencia para mí es estar, estar para ese alguien que quieres. Porque siempre es mejor arrepentirse de las cosas que hiciste, a arrepentirse por las que no. Estar para él cuando esté triste, estar para él cuando esté alegre, estar para él cuando tenga un mal día, estar para el en el día más feliz de su vida.
Estar para esa persona que estuvo cuando más lo necesitabas. Cuando más lo necesitabas, porque si no estuvieras no te necesitaría. Porque es fácil deshacerse de los problemas, siempre es más sencillo que darle una vuelta. La mayoría de las personas eligen el camino menos accidentado, para llegar más rápido. Yo también quiero llegar pronto, pero no a costa de lo que me importa. Toda vez que me he detenido a pensar en lo que necesita el otro, termino cediendo parte de mí, pero es tan gratificante que ni siquiera lo distingues de lo que tú querías hacer, porque te hace, a su vez, seguir. Feliz. Y quiero poder seguir así, no estancadamente, no superficialmente. Siento algo, algo me dice que algo no está bien, mi intuición es muy poderosa sobre mí, y siempre opto por escucharla.
Pero no, volvamos, la vida sólo me demuestra que toda entrega debe ser pensada para no recibir nada a cambio, para entregarlo y ya, porque en ese momento ese gesto te hizo sentir mejor, te hizo creer que ayudabas, que aportabas en la vida del otro de una manera muy especial, muy de adentro.
Nadie te pide renunciar al resto de toda tu vida, nadie te pide que dejes el resto... sólo te pido que no me hagas sentir que soy sólo lo que queda para cuando ya nada más queda por hacer.
Sé que encontrarás alguien mucho mejor, alguien que no se parezca en nada a mí... precisamente para no tener que recordar lo que pudiste hacer y no hiciste, lo que probablemente sí harás en ese momento, que ya pasó esa etapa que era la más relevante para ti, que después todo lo que venga es por añadidura. (Bueno, si crees que es así, y no que la vida siempre te pone a prueba, y nunca son menos importantes que la que sea actual en ese momento, bueno, felicitaciones, lo lograste y después ya no habrá nada más que encontrar la felicidad, encontrarla así, sin más.. como si ello no fuera una decisión, una decisión que tomas cuando te sientes pertenecer y que tomas a diario cuando decides hacer en vez de no hacer).
No se trata de pedirte que lleves una carga muy pesada, se trata de necesitar sentirse valorada en los detalles, en ese día a día que a cada momento se vuelve el resto de tu vida. Porque aunque lo niegues, postergas para arreglarlo después, sin pensar en que no hay nada que arreglar si le pones un poco de voluntad cada vez. ¿Esperas que todo se te haga tan fácil siempre, que todo esté ahí dispuesto para ti, esperando que lo tomes y no hacer algo porque sea así? Es mi culpa, mi gran culpa por hacerte todo tan fácil. Todo tan fácil que ahora es tan difícil para compensar... los equilibrios siempre llegan, y créeme que no es algo querido por mí. Son situaciones que se presentan, no es que yo quiera pensar en ciertas cosas, no es que quiera joderte nada más, no es que quiera sentirme tan desolada a veces. No es quiera necesitar de alguien que no está, de ese alguien que nunca estuvo y me cuesta asimilarlo. El universo sabe que no es así, que me cuesta mucho permanecer sin preguntar, o que se me hace muy fácil pensar en cosas que los hechos no me dejan claro a simple vista, o que no se deducen de las acciones del otro. Necesito que los detalles me muestren a quien me importa, para sentir que le importo también.
No sabes compatibilizar tu vida con lo cotidiano, con lo que será el resto de tu vida todos los días.
Todos los días. Y querrás volver y poder ver en qué fallaste, pero ya será tarde, ya serás más grande, ya tendrás más canas. Al menos lo habrás aprendido, tendrás la experiencia suficiente como para que no se te escape el amor de tu vida aquella segunda vez, o tercera o cuarta vez. O cuando en definitiva decidas que lo sea.
Si no hay espacio para mí ahora, más tarde lo habrá menos, cuando sea más grande la vida y más largo el quehacer diario, y la rutina te coma las pestañas y el cabello la almohada. Cuando seas responsable de otros, y no sólo de ti. Tal vez siempre he sido un poco responsable de los otros, pero nunca de mí misma. Pero quiero cambiarlo, no como tú que te quieres quedar en prejuzgar y creer que el otro no puede cambiar, porque lo etiquetas y lo condenas a hacer lo mismo siempre. Por lo mismo he estado contigo, porque he creído en ti, en que eras mejor de lo que demostrabas. Pero hoy aprendí que uno no es lo que es por dentro, sino que son tus actos los que te definen. Mis actos hoy no son los mejores, pero lo reconozco y lograré cambiarlo. Mis actos lograrán redimirme, porque hoy creo en mí, creo en mí porque nadie más lo hace, porque si no lo hago mejor desaparezco.
Pero como también he aprendido la soberbia muy bien gracias a quienes me rodean, lo lograré sola y no dejaré que nadie más entre ahí, que nadie más sea partícipe de ese triunfo, precisamente porque fue un triunfo en solitario. Allá tú si compartes los propios, pero para mí habré aprendido bien que las victorias en solitario son más grandes que aquellas que lograste junto a otros, que te tienes a ti y solo a ti, porque nunca tienes que ver más allá para lograrlo, porque si miras más allá te distraes de tu objetivo, cual caballito de carrera que por correr mejor, no puede disfrutar del paisaje que le ofrece el camino. Le importa más llegar solo a la meta, que mirar a su alrededor y ver que hay otros como él queriendo llegar pero que los obligan a fijarse solo en una cosa para "ganar". Pues gana, gana y disfrútalo... es de tu esencia, de tus raíces, de tu única manera en que puedes ver el horizonte: en una sola dirección.
No es que no pueda hacerlo yo, de hecho, lo hago a mí manera, a mi ritmo que no se acostumbra a que le quiten todo sin dejarle nada, a mi forma de ver las cosas como si fuera la última escena. Pero hoy no lo veo con ojos suicidas, sino con ojos de quien sólo quiere entregarle algo a su vida: un sentido, una dirección, una mejor energía, una mejor visión. Si no quieres que sea compartido, allá tú, s tu elección, tú te lo pierdes (o te lo ganas, como quieras).
No crees en mí, no sientes que remamos para el mismo lado, pero cuán equivocado con respecto a eso has estado... todo porque desde siempre me has subestimado. Eres demasiado superficial para notarlo, para distinguir quién soy. Como si no quisiera más que cualquier otro salir a producir, salir a trabajar, salir a vivir por fin, lejos de todas las perturbaciones que me rodean y a veces me consumen. Solo que me gusta también sentirle el sabor a las cosas cuando están por venir, y no sólo centrarme en llegar ahí sin darme cuenta. Verlo venir, venir con él, el porvenir. Tú te has vuelto insípido, y te gusta eso, te gusta quedarse inodoro, incoloro... y sólo ser un ave fénix cuando "termines", para demostrarle quién sabe a quién su poder, su exitismo vacío y sin sentido. También quiero avanzar, por lo mismo protesto, porque quiero avanzar en las mejores condiciones posibles. Porque sé que si hay un cambio, mi propio cambio será bien recibido. Mejor no te digo que siempre estarás "terminando y empezando algo", porque tal vez lo entiendas como que te quiero coartar tu camino. Y es mejor que sigas tu camino solo, que con alguien que te lo enreda a cada rato, pero que si tú quisieras podría llenarlo de colores. Pero como para ti es mucho pedir, es mucho soñar, es mucho esfuerzo y tiempo.. mejor dejarlo en blanco hasta que otro se interese en colorearlo.
No me odies cuando tengas todo, pero te falte alguien con quien decir: lo logramos juntos, lo logramos a pesar de todo. Aunque para ti valga más lograrlo solo. Solo es más fácil, solo es tan sólo solo, sin alguien que te sirva para ayudarte a ver de a dos. Las personas que necesitan del resto una vez, luego no ayudan a que el otro también lo necesite. No les deja ser frágil y débil cuando están más sensibles. Ese es mi problema, demostrar mi debilidad todo el tiempo, ser susceptible cada vez que realmente lo soy. Pero al menos soy más yo que todo el resto que intenta ser sí mismo y se esconde como una avestruz. No me da miedo ser yo (aunque signifique ser un yo en más chiquitito) cuando lo necesito para sentirme tranquila. Si no me siento tranquila, voy y lo digo, salvo que no tenga la suficiente confianza para hacerlo. Pero si tengo la confianza, lamentablemente lo digo aunque el otro no lo quiera escuchar. Eso es otra cosa que tengo que cambiar. Y sí, también para quien venga yo seré mejor que ahora... no ibas a pensar que me quedaré de brazos cruzados esperando que la vida me consuma sin hacer nada para defenderme. Si quieres no te tengo más confianza, y así se acaba el problema de raíz. Confianza de maíz.
No me odies, no me odies cuando la vida me enseñe a vivir sin ti.
Cuando me enseñe a vivir sin ti, a vivir sin intentarlo una vez más, a vivir como vive el resto, sin importarle el que está más allá. Y estas palabras se vuelvan sólo un recuerdo más, entre tantos otros que dejaré de recordar.
Hoy duele, pero mañana sólo serás mi segundo gran amor. Porque ese día el primero seré yo, y no dejaré que nadie más me dañe con sus indolencias y excusas infantiles de que estar lejos es estar mejor. Excusas para no reconocerse que no lo hace bien y excusas para no reconocer que tiembla de miedo por no saber qué más hacer. Porque no reconoce que tiene más miedo que yo.
Cuando ya no me importes, cuando ya no puedas hacerme llorar, cuando ya no te moleste más... ese será el día en que me perderás.
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