domingo, 29 de enero de 2012

Eso que cuesta...

...dormir.



(Cuando has dormido o cuando piensas en cosas que no deberías).




(¡Buenas Noches!)

lunes, 23 de enero de 2012

¿Y por qué quieres bailar con alguien más?

Porque ese alguien más ya te llamó la atención, y quieres ver si salta. [la liebre puh]. Aunque no fuera el tal y resultare con otro que aparezca en el intertanto.
Siempre gana el mejor postor.

Porque te mientes al mentirme. No se teme tanto si no hay algo por qué temer.
No te das cuenta, necesitas algo más. Y envolverte en el velo, maquillar la realidad. Como te maquillas para otros cuando sabes que no estoy. Y luego me dejas sólo el rostro descubierto, para que te ame así, siendo que podrías mostrarte de esa forma también. Porque así sos, aunque te cueste asumirlo. De esas dos maneras sos, convéncete.
No te soy suficiente. Helo ahí. Los otros sí.

¿Y sabés por qué lo son?
Porque son nuevos, no como yo.
Y quieres ´novedarte´, para variar.
Quieres soltarte la rienda, cabalgar por aquí y allá, aunque sea sin trastabillar.
Allá donde hay más dónde sentirte libre, sin tu yugo fatal: mi compañía [cuando hay más que mirar]. Mi compañía que a veces pareces apreciar, la misma que quisieras algunas noches de frío, o de soledad. Pero que repugnas si hay otros de por medio. Qué ironía, mi compañía.

Ésa que te corta las alas. Que no te deja avanzar.
Los indicios de querer excluirme en los pocos momentos en que podría ser distinto… en que podría acompañarte y pasarlo bien juntos en el resto, aunque no sea de una manera como es lo usual (y eso es precisamente lo interesante, que no sea como es todos los días, salir de la rutina).

Y qué poco sutil que soy. Lo sé, para expresarme. Pero esos funestos presentimientos al oírte y verte, que aparecen y no se van, porque los agrandas con tus brazos pájaros y tu cantar escandaloso, intransigente y poco decoroso. Que lo envuelve todo y lo precipita hacia lo no querido, lo aburrido, lo desabrido, amargo y hasta empalagoso.

El no creerte, porque algo me dice lo contrario. La intuición no se debe dejar pasar sin escucharla primero. Sí, a veces prefiero la intuición.

¿Cuál es la idea de conocer más hombres en lugar de optar por tratar de re-conocerme? ¿O conocerlos compartiendo, a la vez, conmigo? ¿Tan inconciliables somos? ¿Qué es lo tan terrible? Que te descubra en algo, pues.

Y eso es lo terrible, imaginarte ahí, sin ser como eres en verdad. O siendo como no quieres que lo sepa (que es peor). Si fuere así, qué poco sincero de tu parte. Qué fácil que sos para caer en eso. Me impresiona la facilidad que tienes para embarcarte en la primera aventura que te sonríe. O que esperas que te sonría (con o sin rostro). Inventando excusas, que no son lo suficientemente poderosas. O no debieran serlo si significo algo más para ti, algo real. Porque así somos los reales luego de un tiempo, de lo bonito y pomposo. Y nadie ha dicho que no soy celoso, cuando hay motivos para serlo.

Tus instintos de fémina dominante deben estar explotando. A rabiar. Y no soportas mi compañía cuando quieres engatusar a esos pobres hombres ansiosos de un poco de tibieza, aunque no sea carnal. Puesto que eventualmente sí lo será. Por algo se empieza. Así lo dicen los que saben.

Si sale con amigas, se entiende. Es cosa de chicas.
Pero si es con chicos y chicas, a beber y esperar [con ansiosa expectación] que exista la posibilidad de bailar… Cambia. No piensa en mí, en compartir eso conmigo, y eso que sabe que lo quiero desde hace tiempo: bailar y conocerla desde esa otra faceta. No piensa en que su macho también quiera hacer eso, y con ella. Qué egoísta que te pones, que opacas a mi propio egoísmo, el que no me deja compartirte de ésa manera con otros.

Cuidado con el fuego, te puedes quemar. Y no me gusta que me incendien de esa manera, porque cerca, nos quemamos juntos.
La razón siempre la da el tiempo, y eso lo habrás podido constatar.

No todos los miedos son infundados.
No todo lo que hago es para controlarte.
No todo lo que hago está mal, como presumes con todo lo que hago.

Lo que me quiere decir todo esto es que no eres igual cuando estás conmigo que cuando no lo estás. Desinhibirte de esa manera sólo si no estoy, desenvolverte en ese tipo de ambiente y con tales características, lo siento (más por mí que por ti, como es lo lógico en estos casos), pero no tiene tantas interpretaciones. ¿Cuáles les das tú?

¿A qué quieres jugar? ¿A que te tenga que dejar hacer esto y aquéllo y quedarme tan tranquilo como sumiso? No abuses de la confianza, que por lo demás has hecho tambalear tú, no quien te habla.

Tal vez cambiaría mi postura si no te empeñaras en querer hacer crecer más y más esa desconfianza natural, que es inherente a todos nosotros, los mortales. Quizá cambiaría si dejaras de jugar a hacer las cosas de una manera tan poco transparente, o tan poco inclusiva. Sería distinto. Sí que lo sería. Ayudaría a reforzar la confianza que ya has rasgado [que no se te olvide, eh, nena. Tú has sido]. Hacerlo por mí, ya tendrás bastante tiempo para lo demás. Todo el resto de tu vida.

Quererte tanto, Amanda.
Y tú coquetear.
Pero la paciencia se agota, cada vez más.
Y tú coquetear.
No me hagas desesperar. No más.

Y tú coquetear.-

domingo, 22 de enero de 2012

“A mí siempre me ha gustado decir las cosas como las pienso”.



(Frase del ´Elogio a la Locura´, de Erasmo Desiderio)

A mí siempre me ha gustado decir las cosas como las pienso.
Aunque las piense como nadie más las pensaría.
Algunos dirían que es porque las pienso mal, y las expreso distinto.

Juego a ser más grande, pero me siguen empujando. [por la orilla]
Jamás sabré cuándo o dónde detener mi canto/llanto. [resoplando, suspirando]
Jajajeando, sin saber por qué. Como lo pienso hoy y ayer.
(Jajajear existe en mi diccionario, búsquelo).

Tal vez sea porque las pienso y las digo, debiendo omitir y rumiarlas un poco  más, antes. Y luego sólo volcarlas al viento si es que es necesario. Pero necesario para qué. Si hiciera tal, podría dañar menos, lo sé; aunque también me marchitaría más [dañar o dañarme]. Todos eligen no dañarse a sí mismos. No soy distinta al resto en eso, aunque muchas veces lo contrario. Y me ahogaría y tendría más cosas que decir fuera de lugar y contexto. Escupiéndolo para mis adentros podría ayudar, pero me enfermaría y se devolvería solito. Vomitando todo, hasta mis propios pensamientos, quedándome incluso sin sensaciones.

A mí siempre me ha gustado decir las cosas como las pienso.
Pero somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos.
Y callamos lo inconfesable, lo que no queremos compartir.
Y a veces no compartimos lo que nos avergüenza, o lo que está mal.

A mí siempre me ha gustado caminar, para borrar los caminos de mis ojos.
Olvidarme del miedo y sentir el frío entrando por mi nariz. Ser la esperanza de un transeúnte sin marcha, que espera una moneda del azar. Llamándome desde lejos, para que supiera llegar.

Trazar otro destino, juzgar mis sentidos.
Y qué bueno, esa es la gracia. Poderlo cambiar.

Imagínate
Volando
Apostando
Nubes

Un verso del pasado que repito sin pensarlo.
Y me cuestiono si no fue necesario. O si lo dejé de hacer. Y cuándo.

Porque imaginarte volar eso sí que es libertad.-

sábado, 21 de enero de 2012

Libre albedrío ante todo.


Vemos lo que queremos ver.
Escuchamos lo que queremos escuchar.

Y las interpretaciones.
Aunque hay interpretaciones que trascienden, y que pueden llamarse casi dogmas. O axiomas, según sea Ud. creyente del Cielo o de los Números. O ambos, si cree en un posible Arquitecto del Universo.

La confianza es una palabra muy grande.
Yo misma no confiaría en mí bajo ciertos supuestos.
Supuestos calificados y, en otras ocasiones, supuestos animales, instintivos... irracionales. Mi falta de razones racionales me hace ser quien soy. Y me gusto, aunque me caiga y fuerte. Y me griten y me muevan las manos en ademán de agresión.
Si tan sólo confiáranme. Así yo también confiaría.

La confianza es una palabra…
Demasiado grande en ocasiones. Sobretodo cuando la han rasgado.
La han rasgado por omitir lo que es cierto. Lo que duele, lo que suena menos.
Que no lo vean es peor aún que el dolor de no confiar más.
Y esto de no confiar más no es sólo decisión. Es instinto animal. Supervivencia.

La soberbia ante todo; la libertad de no querer verlo.
Soberbia, ese pecado tan atractivo. Quizá esta vez sí me seduzca.
Pero sin remordimientos que me lleven a desistir.
Eso de dejarme llevar… y olvidarlo todo.

La libertad.

Amén.-

viernes, 20 de enero de 2012

Somos..

Somos nuestros propios jueces,
porque nosotros mismos nos condenamos.

Decidamos de tal manera,
para que no tengamos que hacerlo.


Amén.-