martes, 10 de julio de 2012

Ser Mariposa


Ya no siento maripositas revoloteando dentro de mí.

Yo soy mariposa en latencia.
Estoy en la crisálida, formándome, cambiando a cada instante. Estoy encerrándome dentro de un capullo protector, duro, muy duro, donde sólo yo puedo respirar dentro. Donde nadie más cabe. Un nuevo nacimiento.

Siempre he admirado a esos bichitos, que tienen la capacidad de volver a nacer, y dejarse de arrastrar y arrastrar, para luego extender las alas y alzar el vuelo.

El primer vuelo debe ser alucinante, conocerte nuevamente: “Estas son mis patitas, estas son mis alas, estas mis antenitas y ésta, mi lengua”. La lengua de la mariposa, o trompita enroscada, o lo que sea.

Todo nuevo, como si fuere realmente otro ser. El irse conociendo, una nueva oportunidad. Y desde una perspectiva completamente distinta. Desde mariposa… y ya no más desde oruga.  Así me he de sentir. Así me siento.

¡Y qué bueno es descubrirse mariposa!
Porque es esperanza.

Porque es una nueva excusa, dejar el capullo, que tanto te cobijó y salir a recorrer el mundo. Recorrer lo que quieres, lo que te interesa, lo que te sirve. Y desechar el resto.

Porque es darte otra oportunidad.

Sólo ser fuerte. (Écharle para adelante, a pesar de que algunos disfrutarían si no lo lograras. Inmunda envidia, que es la “tristeza o pesar por el bien ajeno”, como le define el diccionario, que algunas personas alimentan dentro de sí sólo porque sus miserables almas no dan para más, porque no quieren que den para más. Qué pena por ellas, pero pena real, con desolación. Yo les deseo bien, porque no me sirve guardar dentro de mí ese tipo de sentires, porque después de la rabia inicial que te acomete luego de darte cuenta que eres objeto de ella; me evocan sólo tristeza, sólo pena… sólo querer desearles un buen pasar. Porque creo que realmente nadie que viva con tales sentimientos dentro pueda realmente llegar a ser feliz, o plena. Ellas mismas son su propio castigo, eso basta. ¿Para qué alimentar más malos sentimientos? Esto que digo de desearles cosas buenas en vez de malas, no tiene porqué ser recíproco, nada de lo que siento tiene que serlo en verdad. Y por eso me gusta ser yo, porque no condiciono sentimientos; porque me di cuenta que nadie puede hacerlo. Cosa distinta es que tales actitudes repercutan en mis propios sentimientos, porque ¿cómo querer a alguien que no te entrega nada bueno, o que no puede entregarte más que cosas negativas? No pues, no se puede contra eso. Pero nunca deseo mal, he ahí la diferencia. Y me siento realmente orgullosa de eso, sin ánimo de arrogancia. Porque respeto en el fondo que puedan tener la opinión que quieran de mí. Soy feliz así, con mis defectos y desventuras propias de la vida. Pero valgo más que aquellas otras pequeñas y miserables existencias llenas de la más profunda nada. Y no de esa nada que acomete de cuando en vez, cuando te preguntas cosas desde ti, sino de esa nada que te da el no tener otra cosa mejor que hacer que colgarte de personas que son mejor que tú para poder sobrevivir, porque tú no eres capaz de hacerlo sola. Persona, en realidad tú puedes si quieres. Estás a tiempo, date cuenta. Por mi parte intento hacerlo constantemente, con distintos resultados claro está. Y es un buen ejercicio, hace bien. Ojalá, persona, pudieras tú también encontrar tu forma, pero dejando de lado aquellos sentimientos que sólo hacen que este mundo pese de negativo. La gente que no me llama la atención en ningún sentido no cabe dentro de estas cavilaciones, porque son cuestión aparte: no les conozco ni me interesa conocerles por el momento. Creo que carezco de aquella capacidad que tienen ciertas personas de amar al prójimo en su totalidad. Yo paso, me supera. Si dijera lo contrario, estaría mintiendo y no pretendo hacerlo).

Sólo ser fuerte.
Sólo poder salir del capullo.

Es necesaria la crisálida, el estado en que sólo estás ahí, creciendo.
Es necesaria la transición.

Transición de transiciones.



Amén.-
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P.S.: "La lengua de la mariposa es una trompa enroscada como un resorte de reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar. Cuando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar ¿a que sienten ya el dulce en la boca como si la yema fuera la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa". (Manuel Rivas).

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