Me está pasando algo que nunca me había pasado tan fuerte..
Ya no extraño a las personas que quiero… a nadie.
Como que no los necesito (y sé perfectamente que es todo lo contrario).
Si están, está bien; si no, lo mismo. Sin diferencia alguna.
Es un desprendimiento abismante, pero sólo lo constato, no lo siento ni me pesa.
Como que perder gente ya no es una preocupación.
A veces el aislarte dicen que es bueno, pero yo sólo he dejado de buscar a esa gente que buscaba y ya no. Me siento agotada de eso. Ya no lo disfruto como antes, por eso es distinto.
No siento apego, sencillamente no echo de menos.
Necesito de mí, pero mi indiferencia es tan tremenda que ni siquiera eso capta mi atención y me hace retornar. No estoy para nadie, ni siquiera para mí.
Algo se apagó en mí.
Ya no está el arcoiris.
Ni están las ganas de buscarle formas a las nubes, sólo están las nubes desabridas e informes que todo el mundo ve. Ninguna diferencia con eso.
Ni las ganas de enfrentar todo con una sonrisa o con una sacada de lengua.
Hay un desierto de noche, así de frío.
No hay motivación ni algo de qué aferrarme.
La excusa, la excusa ya no está. Se fue..
Mi falta de amor propio ya no puedo volcarlo hacia fuera, nada es mío como para luchar o esforzarme por ello. Nada me pertenece, ni siquiera yo misma.
Me alejo y no sé volver.
Mi ángel de la guarda se aburrió y se fue, ahora me quedé sola y lo más terrible es que no me importa mucho realmente. De hecho, sola suena bien, aunque sola sin mí suena a mucho vacío.
Veamos qué ocurre, si me animo o qué.
Es pasajero, como todo en esta vida y como dicen si hay oscuridad es porque hay luz, y así con todas las cosas.
ResponderEliminarLo que sea que te toque vivir, vívelo y sacarás un provecho de eso, ya vendrán los arcoiris nuevamente, pero para eso tiene que llover.
Un abrazo!
No sabés cuanto te extrañaba, Amiga.
ResponderEliminar=)