Las rabias te tragan el alma.
Y un alma tragado no es recomendable en ningún grado.
Un alma tragado es difícilmente devuelto. Y si se llegare a devolver, ya será un alma demasiado revuelto.
Uno es lo que es; no lo que dice que es.
Nuestras acciones nos determinan. Nos marcan.
Y cada acción o inacción es una irreversible decisión.
Somos dueños (y esclavos) de ello.
Y tal vez sea lo único de lo que somos verdaderamente dueños:
de las decisiones que adoptamos a cada paso.
Amén.-
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