El niño ya habla, el niño ya corre.
Juega con su hermanito, y se arranca de mamá si
desobedece.
Un niño sanito, despierto, travieso.
Juega a disparar con una pistola de madera, hace sus
tareas.
Demuestra la crueldad natural de su condición de
niño, es egoísta y desafiante, muerde y patea si no le gusta algo... pero duerme como angelito. Quién lo fuera a
creer.
Detesta a las niñas, cosas raras y agresivas.
Quiere ser piloto, y no le gusta cortarse las uñas.
Ama los globos, como todos los niños, y los
caramelos de las piñatas en especial. Quiere hacer lo que quiere, y manipula
como el mejor de los especialistas en este tipo de costumbres.
Se viste solito.
¿Quién puede decir que suena prometedor, si carga
sólo con cuatro?
Nadie, pues, nadie puede.
Ése es un niño que sólo merecerá buenas críticas si
es alguien en la vida, da lo mismo que ahora parezca cosa muy curiosa si deja
morir esa curiosidad mañana, o si no aprende a ganarse las cosas con sudor.
Porque todo es mitad
talento y mitad talón, como diría
un profesor.
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