Escucho caer la lluvia sonoramente.
Es de noche, es madrugada. No hay luna visible desde aquí.
Viene a mí, sin invocarle.
¿Será otra de mis ideas fijas que me asaltan a estas horas?
Algo se me recoge dentro, el estruendo se mezcla con el viento.
Y estamos en plena primavera, desde hace más de dos meses.
Primavera, primavera.
Recuerdo tanto con esa palabra, pero nada en especial.
Es como escuchar murmurar un montón de pasados sin poder (o querer) evocarlos decididamente. Pasados tal vez ajenos completamente.
Y me voy llenando de primavera con lluvia, con ruido.
No me es imprescindible dormir, aunque mañana tendré ojeras mezcladas (quizá) con maquillaje, y la siesta forzada que interrumpe mis actividades fundamentales, por las cuales he comenzado a esmerarme, me caerá encima sin piedad.
No puedo quejarme, sabía de antemano lo que se vendría, o debía saberlo. Pero me quejo igual, si da lo mismo que diga o no diga, si al final de cuentas si se tiene que ir al carajo todo, que me lo merezca con ganas, al menos así me culpo y no quedo con la eterna sensación de que no fue mi responsabilidad. Y que algo podía hacerse, como el abstenerme, el guardar silencio. Al carajo.
Mi anacronía, mis tiempos regresivos comienzan a semi-atormentarme. [Semi, porque en definitiva no me inundan, sólo inquieta un tanto (ni tanto, sólo constato que podría inquietarme) y la verdad, no me entrego a ello, al que podría ser tormento tortuoso y torvo. No lo siento como propio en definitiva. No sería (yo) el padre de la criatura].
Mi desesperado no querer atorarme. Aunque sé que puede atorar al resto, siempre es una posibilidad, pero como toda posibilidad es cincuenta y cincuenta, y como yo sí me atoraría cien, opto por mi “no atorarme”. Al carajo. (Al parecer me gusta como suena “Al carajo”, tiene una intensidad algo controlada y que puede significar desde desidia hasta una decisión rotunda. La ambigüedad a veces me entretiene y mientras no me confunda está bien). Al carajo.
Te quiero, así, harto.
Me gustas, así, como nadie en el mundo conocido.
Y te extraño extrañamente. Extrañamente porque no es el usual echar de menos, ni el necesitar. Pero no puedo explicarlo ahora. ¿O no quiero?
Lo dije y qué. Y no pretendo desafiar a alguien en particular ni a alguien en general. En definitiva, no es más que un desahogo furtivo, incluso fugitivo.
Como un beso por sorpresa y/o con sorpresa. Mi bendita alma delincuente, que hurta tiempo, y te evoca, y no quiero. Al carajo.
Desahogarme muchas veces me produce un efecto contradictorio, es como si me desprendiera de mi confesión, y después dejara de ser mía. Es como dejarla en libertad y desentenderme. Así lalala. Espero no sea el caso. Depende de ti. Ay, me encanta que ya no dependa de mí, alterar el peso de la responsabilidad. Declarar que ya no dependa de mí, aunque decirlo no implique que en la realidad no dependa de mí tanto como de ti, pero qué fácil sería.
A veces soy tan infantil. Como sin ganas, sin querer hacerlo. Pero lo soy.
A veces me doy rabia, por espantar a las personas que quiero de verdad, como por ejemplo, con este tipo de impulsos tan poco productivos. Porque la verdad es que más allá del desahogo, no espero reacción en particular. Sólo que tomes el conocimiento de lo que me pasa, lo incorpores y hagas con la información lo que estimes conveniente, si algo estimas que puedes hacer con ella. De todas maneras, confío en tu criterio. Sí, a ti te hablo lector cuasi-anónimo.
Al querido, al gustado. Y sabés que eres tú, porque hay nadie más que pueda ser receptor de estas mis palabras somnolientas. Eres el único. Y si no te das cuenta que eres tú, bueno… Al carajo.
Sigue la lluvia revoloteando por ahí, me dio hambre. (Otra vez)
He andado todo el día con esa sensación. Creo que se llama ansiedad.
To quooro.
Si te espantas, confirmaré mi teoría.
Más que nunca quiero no tener razón.
Amén.-
PS: No te puedes imaginar cuánto me seduce escuchar agua caer
PS2: Esto lo escribí la semana pasada, cuando llovía, cuando quería escapar un rato de mis deberes, de mis cargas. Sólo ahora lo incorporo por una cuestión meramente circunstancial.
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