sábado, 18 de diciembre de 2010

Soberbia


Calle callada callendo. (sic)
Cómo no pensar en un horizonte vertical de cuando en vez.
Así, mirando de lado.
Todo es posible, my dear.

A veces los sueños son tan reales, que me confunden.
Y las personas en ellos tan convincentes que no pueden pasar desapercibidas, y sentir un leve agrado inexplicable o malestar cuando les vuelvo a ver, según el caso. Sí, es posible que si Ud. se pregunte el por qué de mi repentina amabilidad de un día para otro, o mi desinterés, tal vez encuentre una respuesta en mis sueños, pesadillas o, comoquiera, en una idea dando vueltas por mi subconsciente.

¡Córrele, córrele!
Un Upa sin Chalupa.
Pepe Grillo no siempre tiene razón.
Yo lo sabía, malditos sueños premonitorios, maldito desazar (sic) en mi cabeza, que no me deja disfrutar a veces de la contingencia incierta de mi adorado por-venir.

Si me correteas tal vez no te vuelva a corretear.
Y si no me correteas tal vez no te quiera seguir correteando.
Así son las cosas, my dear.
Nadie dijo que no fueren así, pero está sobredicho.
Y que bueno que esté todo tan claro.
Me encanta eso, que todo esté tan claro.
Como el poder definir desde cuándo hay alma, desde cuándo le tenemos, desde cuándo ésta existe.

Encadenamiento fatal de los sucesos. Al carajo, no creo en el determinismo. Al menos no rotundo.

Otra manifestación de estas miserias son los dèja vu, que aparecen en los momentos menos oportunos y me hacen pensar en que alguien inventó una máquina del tiempo en un tiempo lejano y futuro y está jugando con la bendita maquinita. Por eso no sería inconciliable con mi no creer en la predeterminación, de aquélla en que se cree allá afuera, de esa fuerza extraña y ajena que decide por ti, por mí, por nosotros. Quisiera escribir por . (sic, de nuevo). Y no sería inconciliable porque no es que estemos decidiendo ahora lo mismo que ya se había pensado por otro, como quien escribe un guión, sino que ya habíamos decidido eso (nosotros), y lo estamos decidiendo de nuevo cada vez que juegan con la maquinita pasatiempos. Lo que no excluye que lo cambiemos, como en esa película que lleva ese nombre extraño, que creo que significa otra vez.

Correteándome.
Qué majadera que puedo ser, gracias por no darme siempre en el gusto.
Aunque puede que estuviere escrito en alguna parte, o pensado o si-quiera imaginado ya, por mis más remotas ensoñaciones. Por mi dueño sin quererlo, mi yo mismo, ese algo dentro de mí que debo ser precisamente yo, pero que no acabo y creo que no acabaré por conocer.



Como dicen por ahí, el Poeta es un pequeño Dios. Así, todo escritor es un pequeño dios. Pero no todos escribimos, pero lo pensamos y eso no quita méritos. Agrego: todos somos nuestros propios pequeños dioses. Tercos, malcriados y caprichosos.
Nuestros.

Amén.-

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